viernes, 3 de abril de 2015

Hablemos

Siempre quise viajar de punta a punta del globo,
Inviernos que se suceden sin empezar ni acabar.

En realidad, no.
Soy muy apegado a todo como para
Tirar relaciones y lugares a un lado,
Alejarme
Sin decir adiós.

Debe ser eso, ¿no?
El decir algo.
La última palabra.

Lamento cada oportunidad malgastada,
Arrepentirme es lo que mejor me sale.
Dudar debe venir después
O cagarla; si siempre arruino todo.

Dentro mío, supongo que es lo de siempre:
Ego, ego, ego; maldito sea mi egocentrismo
Lo último que necesitás es que te hable de mí.

Pero voy a querer.
A veces,
Simplemente pensar en
Intentar explicarme,
Largar todo,
Logra alegrarme el día
O arruinarlo.

Hablando de eso,
A vos no te pasa?
Boludear pensando
Largos discursos que pronunciarías
Ante situaciones de lo
Más inverosímiles,
Entre risas o llantos
,

Locuazmente argumentaría
O intentaría sacarte una
Sonrisa.

Discutir sin levantar la voz
O sonar imponente.
Sentir que tengo tu atención.

Quiero hablar.
Una vez más, al menos,
Espero que vos también.
Realmente creo que
Estaría bueno intentar
Mejorar la situación.
O confirmar que
Sólo yo pienso en vos
.

El Poder del Diálogo

¿No sería todo más fácil si hablaramos?

No sé qué podríamos decir, no sé cuándo podríamos hacerlo, no tengo idea de cómo empezar, pero... ¿realmente no creés que sería mejor así? "Hablando se entiende la gente" goes the saying, y si yo no soy el primero en hablar es porque:
a.- todavía estoy intentando descubrir cómo carajo empezar;
b.- siento que hablarte sería para peor, que podría dañarte de algún modo. Y no quiero.

En el primero de los casos, es sólo cuestión de tiempo. Si no encuentro un buen comienzo, recurriré a uno no-tan-bueno, uno de mierda quizá, pero voy a hacerlo. Porque sí, porque no puedo quedarme sin decir las cosas, me hace mal.
El segundo de los casos es infinitamente más complicado. El segundo de los casos implica que quiero charlar, tal vez tenga preparadas todas las cosas que quiero decir PEEERO no las digo porque no sé si vos querrás que te hable. Es como si tuviera una balanza: en un plato, el alivio que me traería a mí que conversemos; en el otro, las complicaciones que podría traerte. Y, a veces (casi siempre), es aún más complejo que eso, porque soy un egocéntrico de primera y tiendo a darme gran importancia en la vida de los demás. Capaz que a vos no te afectaría en lo más mínimo, pero yo me vivo planteando los peores escenarios. Tal vez no te importa, tal vez soy el único de los dos que le sigue dando vueltas, tal vez estás haciendo exactamente lo mismo que yo. Hay miles de posibilidades.

Por todo esto que digo, quiero pedirte algo (y, sí, ya sé que es raro pedirle algo a una persona que creés que está enojada con vos, pero creo que otra no me queda): dame un pie. Si te interesa, claro, si tenés algo que decirme, dame un pie. Un hermoso y simple "hola". Yo me encargo del resto, lo prometo. No sé cómo, de seguro lo abordo del peor modo posible, pero lo hago. "Hola", ya sabés. ¿No es una linda palabra? ¿No es simpática? ¿A quién se le ocurrió empezar a saludar diciendo "Hola"?

Hola.
Holaquétal.
Holacómoestás.
Todos me sirven. Solamente elegí uno y decilo. Por favor...