martes, 27 de marzo de 2012

Agobiado.

No, esto no es ningún tipo de cuento, sólo no me sentí bien anoche...
¿Te pasó alguna vez que te sentías mal, TAN mal, que tu propia respiración te aturdía; que la voz aguda de cualquier persona, o un ruido fuerte de procedencia aleatoria, te hacía querer gritar, llorar, y arrojar mil cosas por el aire?
Así estaba anoche. No soportaba ni los ojos abiertos, ya no tenía ganas de ver. Para peor, tuve que lidiar con los caprichos de mi hermana, y todo aquel que tenga hermanos menores entenderá cómo se siente. Comí solamente para saber que no iba a tener hambre, y me acosté a las 21:45. Si, leíste RE bien, a las 10 menos cuarto. Imaginate cómo estaba...
Envuelto en sábanas, sólo quería dejar de escuchar mi propio interior, que mis inhalaciones no retumben en mis oídos, que el aire exhalado no se quede a jugar con mi tímpano, que se acalle el latido de mi propia cabeza. Ni siquiera pensaba, al menos no con palabras, para que no haya una voz más gritando.
A todo esto, debía fingir bienestar. ¿Por qué? Simple. No me gusta estar enfermo. No me gustan los doctores, ni los hospitales, ni los remedios. Si demuestro malestar, mis padres van a estar pendientes (y es lo lógico, no digo que tenga nada de malo) de si llega mi mejoría. ¿Y si no llega? Al sanatorio. Y no quiero. No quiero que venga un tipo a medicarme.
"Pero, boludo, te hace bien" podrías pensar, y la verdad es que TENÉS RAZÓN, pero igual prefiero evitarlo. ¿Miedo al doctor? Puede ser estúpido, pero capaz que sí. Es decir, sé que están para ayudar, pero a toda costa voy a evadirme de ellos...
En un punto de la noche se hizo imposible de disimular lo mal que me sentía. Mi madre me tomó la temperatura, más de 38° C. Me dio una pastilla, me abrigaron mejor, volví a cubrir mi cuerpo entero con la sábana, como si de un sudario temporal se tratara, y sin notarlo, caí a los brazos de Morfeo. Por suerte, porque no aguantaba más estar así.
Luego de algunas horas, desperté, y noté que me sentía mucho mejor. Ahora mismo me siento mucho mejor, nada más me duele mirar hacia los costados, o hacia arriba y abajo (mover los ojos, básicamente).
"¿Y si te sentís mejor, para qué escribís?" Porque anoche pensé en hacerlo, pero no pude porque no soportaba los ojos abiertos, ¿no te acordás que lo dije al principio? Y no me voy a quedar sin escribir algo que quise plasmar en algún lado...

domingo, 25 de marzo de 2012

Proceso creativo

Lo pienso, y parece la mejor idea del mundo, ¿cómo no la tuve antes?
La escribo brevemente, luego la desarrollo. Inserto cuantas descripciones puedo. Reviso no haber repetido palabras, odio repetir palabras al escribir -al hablar no me preocupa tanto, ya me resigné a no hablar como se debería, sino a hacerlo "como salga"-.
La dejo descansar, la leo la mañana siguiente, la semana siguiente; aunque en ese tiempo paso el texto a mucha gente, sin haberlo releído yo mismo. Pocos realmente me critican algo, me señalan errores, o cosas que cambiarían, el resto se dedica a decirme que les gustó. Pero hago caso a los primeros, que suelen ser quienes mejor se expresan, quienes más describen todo, quienes mejor te sitúan hasta cuando te cuentan cómo fueron al supermercado; y modifico la historia para enmendar esos primeros errores.
Luego de un tiempo, ese escrito propio, que tan genial me parecía, es releído por mi persona, y lo encuentro como uno del montón. La idea al final no era tan genial, el desarrollo fue simplón, y las descripciones no alcanzan para representar la escena que mi mente ideó originalmente.
"Not that bad, anyway", pienso.

Eso suele pasarme, no sólo con mis relatos, sino con prácticamente cualquier creación mía; sean gráficas (dibujos a mano, imágenes editadas, fotografías, videos), musicales (composiciones, covers, ritmos y riffs cortos, letras), literales (cuentos, poesías, reflexiones)... No ideo muchas cosas más, al menos no que recuerde ahora (algunos adefesios mejor no recordarlos); pero si lo hago, de seguro también me pasa esto...
Pero son MIS creaciones, yo las excreté a este mundo, y he de hacerme cargo.

Para eso creé este blog, para inmortalizar mis obras, sean mediocres, geniales o pésimas. Para reconocerlas como propias, y para que estén al alcance.
Disfrutad de mis producciones... O al menos, no las sufran.