miércoles, 5 de agosto de 2020

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jueves, 8 de febrero de 2018

Cielo Rosa

Amigos, me llena de felicidad anunciarles que, tras haberse agotado la tirada inicial de "Al Menos lo Intenté" -el libro que recopila el material literario que produje durante los últimos siete años-, hoy comenzó a producirse una segunda edición. Los cambios respecto de la anterior son mínimos, pero lo que busca no es innovar sino cubrir la demanda de mucha gente (más de la que esperaba, sinceramente) que no pudo acceder al libro en la noche de sus estreno, la misma noche en la que se agotó.
Festejando nuevamente ese sold-out y esperando los éxitos de esta nueva etapa, los dejo con uno de los relatos que más críticas positivas ha recibido:



Cielo Rosa

            El sol se hundía en el horizonte mientras, en una plaza, una chica corría hacia su hermano mayor.
-¡Nato! ¡Nato!- lo llamaba a gritos, con los brazos extendidos hacia él.

            Ignacio buscó dentro de sí algo de paciencia. No veía el momento en el que la fonoaudióloga pueda corregirle a su hermana el problema de pronunciación; detestaba, sin motivo alguno, que ella le diga así.
-¿Qué pasa?- dijo mientras forzaba una sonrisa, ladeando la cabeza de forma involuntaria.
-¡Mirá!- le contestó la nena, demasiado agitada como para explicar, mientras alzaba sus manitos hacia la puesta de sol.- ¡Está rosa!
-¿Te gusta el cielo así, Ele?- respondió Nacho mientras le sacudía el pasto de la ropa.
-¡Sí!- gritó Elena, alzando el rostro para que su hermano vea la enorme sonrisa con que lo decía, tan grande era que le obligaba a cerrar los ojos.- ¿Por qué está así?
-Y… Por la hora, será.

            Él sabía que la respuesta tenía que ver con cómo llegaba la luz solar al atardecer, pero tampoco terminaba de entender por qué era rosa y no otro color; por otro lado, sabía que explicarle eso a su hermanita sería de lo más engorroso e improductivo, ya que al día siguiente se lo preguntaría de nuevo, tal y como se lo preguntaba cada vez que la llevaba a jugar al parque. Sin embargo, los ojos de Elena lo miraban esperando aún una respuesta, por lo que pensó un instante, e intentó inventar una contestación más divertida que la del día anterior.
-A esta hora, allá lejos, sopla un viento muy fuerte, y se vuelan todos los algodones de azúcar. Cuando se hace de noche, el viento para y los algodones bajan otra vez.
-Ah…- fue todo lo que ella pudo decir, con la boca entreabierta.

            La niña miraba a su hermano llena de admiración. Estaba segura de que era la persona más inteligente del mundo. De su mundo, al menos; el mundo real era un lugar complicado para una pequeña que no terminaba de entender las diferencias en sus capacidades. Por suerte, no buscaba comprenderlo, sólo le importaba jugar. Y comer, y el cielo rosa.
-¿Y qué hay allá?- continuó, dando rienda suelta a su curiosidad.
-¿Cómo qué hay? Hay nubes, pájaros, aviones, aire y todas esas cosas que hay en el cielo.- explicó Ignacio algo desconcertado por la pregunta, y más sorprendido aún por las carcajadas de Elena ante su respuesta.
-¡Abajo del cielo, tonto!
-Ah… Y, abajo del cielo rosa hay casas rosas, y calles rosas, y gente rosa.
-¿Hay plazas rosas?
-No sé. Capaz que sí.
-Pero si no hay plazas, ¿dónde juegan los ticos?
-Quizá no haya chicos…

            Nacho pudo ver cómo el rostro alegre de la criatura se convertía en una expresión horrible que reflejaba la más grande de las preocupaciones, así que se apresuró en continuar.
-Pero seguro que sí. Debe haber plazas enormes, llenas de nenes y nenas jugando.- los labios de Elena volvieron a dibujar una sonrisa; y él alzó su vista al cielo, ahora casi negro.- Tengo hambre, ¿querés que volvamos a casa?
-¡Sí!- exclamó, y empezó a tirar de una manga de la campera de su hermano, intentando ponerlo en pie.
            Mientras caminaban de regreso a su hogar, ella preguntó tímidamente:
-Nato… ¿podemos ir a la plaza rosa?
-Sí,- su afirmación se fundió con un suspiro, y luego mintió como cada tarde- mañana te llevo.

viernes, 28 de julio de 2017

Una de Tiros

Una de Tiros

-dedicado a mi amigo Guidofa, que un día me retó por escribir muchas historias de amor pero nunca una de tiros-

Las 22:28 sólo distaban dos minutos del toque de queda, y luego cinco más hasta el fin del suministro eléctrico diario, pero a Marga esto no le impedía terminar las tareas de la casa todos los días a esa misma hora. Con precisión mecánica, guardaba el último plato de la cena tras lavarlo y secarlo. En la relativa calma que suponían las noches desde que se había impuesto el toque de queda, el silencio era más bien un murmullo ahogado por paredes macizas y ventanas tapiadas. A las 22:35 reinaría el verdadero silencio, todos los electrodomésticos apagados sin previo aviso. Dicha rutina se repetía, para Marga y para todos en la Gran Confederación, noche tras noche desde el inicio de la guerra civil.

A las 22:29 sonaban los altoparlantes ubicados en cada esquina de la ciudad, en cada ciudad de la Gran Confederación. "Último minuto para el toque de queda. Todos los ciudadanos deben estar en un asentamiento privado. Repetimos: último minuto para el toque de queda. Sólo se permiten fuerzas de seguridad en los espacios públicos. Ha comenzado el toque de queda. Buenas noches." El eco de la estridente voz se perdía en las calles vacías mientras Marga volvía a cuestionarse la naturaleza del misterioso locutor. A veces lo imaginaba como un afable hombre mayor, otras como un joven oficial del ejército. Había quien opinaba que en realidad no existía tal persona, que el mensaje estaba pregrabado con una voz artificial generada por computadora, pero ella sentía que cada noche el comunicado era levemente diferente al anterior; no en su contenido, sino en sus modos. En algunas ocasiones, la voz se le hacía más severa y otras rozaba en lo fraternal, como si sus órdenes fuesen más bien un sabio consejo.

Esa noche, exactamente a las 22:31, un sonido arrancó a Marga de sus divagaciones. Se dirigía a  su habitación, ubicada en la planta alta de la casa, cuando escuchó un ruido de tambor. Se paralizó un instante y luego echó a correr. Con los ojos tan abiertos como sus párpados se lo permitían, se abalanzó hacia las escaleras y comenzó a subirlas con desesperación. La percusión que había escuchado había sido de un tambor, sí, pero uno de revólver.

-¡Noah, hijo! -gritó mientras daba zancadas para subir los escalones de dos en dos- ¡Subí, que están disparando!

Marga recordaba las palabras de su marido, el Sargento Fabio Delnor, muerto en un enfrentamiento contra las fuerzas separatistas: "Cuando escuchen disparos, siempre, siempre vayan a los pisos superiores. Los que tiramos, vamos de a pie; los helicópteros y esos vehículos artillados sólo están ahí para que la gente sienta su presencia, las municiones no alcanzan para proveerlos a todos. Además, tenemos órdenes estrictas de no disparar a matar, por lo que no apuntamos más allá de las rodillas. Un tiro en la rodilla paraliza al instante y es tan doloroso que esos rebeldes prefieren entregarse y confesar con tal de que les quitemos las astillas de rótula que se les clavan en la carne. Los queremos vivos para que nos cuenten todos sus secretos..." Fue una pena que Fabio no tuviera en cuenta que la guerrilla no seguía las mismas órdenes y que, a diferencia suya, ellos no lo necesitaban con vida.

Aún no eran las 22:32 cuando Marga llegó a su habitación. El aparato de televisión se hacía oír aún del otro lado de la puerta cerrada; en su pantalla se transmitían las imágenes de la película nocturna, generalmente una de tiros sobre un cabo que lograba el rango de general gracias a sus hazañas, realizadas siempre en nombre de la Gran Confederación. Era importante mostrar el carácter generoso de la Gran Confederación e incentivar a los niños a seguir la carrera militar pero, por sobre todas las cosas, era primordial acentuar la grandeza de la Gran Confederación. Referirse a ella sólo como "la Confederación" era una actitud de desprecio, un claro signo de disidencia. No, era obligatorio hablar siempre de la Gran Confederación, tanto así que "gran" era la primera palabra que aprendían a decir la mayoría de los niños.

El drama épico alcanzaba su clímax en la pantalla cuando Marga abrió la puerta. Frente a ella, Noah yacía tendido en la cama. Los disparos, los ficticios, estallaban en la TV. El disparo, el real, resonaba en la mente de una madre destrozada.

A las 22:35, todo se volvió oscuridad. Marga lloró hasta el amanecer.

domingo, 11 de junio de 2017

La verdad llora en lugares

La verdad llora en lugares oscuros para que el alma no la vea.
El alma, risueña, no la ve ni la quiere ver.
La teme.
La anhela pero la aterra.
Lo duro y áspero de la realidad amenaza con explotar la burbuja de lo ideal.
O peor, ahogar al alma en su propia prisión.

Así, entonces, me pregunto,
¿vale algo la pena?
Y lloramos.
Llora la verdad y lloro yo y vos y todos.

lunes, 26 de septiembre de 2016

La gente se ata a otras personas para poder ahorcarse mejor

"Te ves tan hermosa
cuando estás triste
que quisiera encerrarte
en una cajita de cristal
para que te quedes así,
infelizmente bella,
para siempre."

"Quiero plantarte en una maceta
en el jardín de mi casa,
regarte todos los días
para que crezcas fuerte,
pero que no puedas irte
a ningún lado jamás
a menos que yo te lleve."

"Me alegra que seas inseguro,
completamente imperfecto,
así no me siento menos,
así me ves superior,
y creés siempre erróneamente
que nunca vas a tener
a nadie mejor que yo."

"Y que llores por las noches
así espanto a tus fantasmas;
acariciar tu pelo
y decirte que todo
va a estar bien
es tocar el cielo
con el alma."

La gente se ata
a otra gente
para poder
ahorcarse
mejor.

Se regocijan en problemas ajenos
para ignorar los propios
por un rato más;
quieren protagonizar
el musical de tu vida
cuando no pueden ni silbar
la Oda a la Alegría.

-el 73% de las relaciones humanas me parecen algo enfermizo y horrible-

domingo, 28 de agosto de 2016

Mini

-mi amigo Chama compuso este temazo https://soundcloud.com/ivanjimenezchg/mini201 y por algún motivo le canté esto encima; creo que quedó lindo pero igual nunca van a escucharlo-

Ya no hago más
que ver atrás.
Quise escapar
a otro lugar
para no
encontrarte.

Y me seguís
no sé por qué
si podés ser
quien quieras ser
andá a ser feliz
por ahí.

Ya van tres años
te sigo esperando
y estoy cansado
de sentirme atado
a vos.



-por cierto, les cuento que el proyecto del libro sigue en pie; ya lo tenía editado y estuve recorriendo imprentas para plasmarlo de una vez, el problema es que las tiradas mínimas que me imprimen son de más libros de los que pensaba sacar (y de los que podría vender) así que obviamente el precio es mucho más caro, no por libro sino por la edición entera. ahora, de esto ya pasó su tiempo y seguí escribiendo algunas cosas que me gustaría incluir así que capaz le pegue una revisión a esa versión editada para incluir material nuevo. cualquier cosa, no sé, les chiflo-

sábado, 4 de junio de 2016

Pequeña Confesión al Pie de Página

alguna vez te dije
te conté
que cuando estoy triste
(más seguido de lo que parece
de lo que me gusta admitir)
juego mucho al Solitario Spider?
así corte compulsivamente
para no pensar
mientras escucho las canciones
que puntué con dos estrellas
porque capaz encuentro una
a la que antes no le di tanta bola
pero que en realidad era lo mejor
un temazo
obra maestra
y la mar en coche.

-una vez estaba tan bajón que me di vuelta el Portal 1 de corrido dos veces seguidas en una tarde, la primera en el modo normal y la segunda con los comentarios de los desarrolladores-